No sé qué me sabe más amargo, si el sabor de mis lágrimas o el sabor de tu semen, o el sabor de tus lágrimas y el de tu sangre cuando mi cuchillo atravesó tus arterias, y tus tendones se cortaron como si cortase un pavo en navidad.
No sé qué me da más asco, si el sabor de tu boca o el sabor de su boca en la tuya, ese sabor a bálsamo labial barato, a frutilla artificial, tan falso como lo nuestro y tan plástico como tus piernas postizas.
No sé qué extraño más, si el calor de tu cuerpo por las noches o el calor del sol en la mañana, o el calor de la hoguera donde quemé los restos de tus piernas y donde debí quemarnos a ti y a mí.
No sé cuánto tiempo más pasaré aquí, extraño el humo del cigarro y el de tus restos calcinándose, extraño tenerte cerca y poder odiarte, extraño el dolor de saber que nunca fuiste mío, extraño el amargo sabor de tu semen y el sabor del pavo en navidad.
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